Creencias de infancia y otras “verdades” a ciegas

Por Diana Miss Labelle de Mexibloggers
Es bien sabido que durante la infancia somos unas “esponjitas”, capaces de absorber toda la información y estímulos que recibimos de nuestro alrededor. En esa tierna etapa forjamos ideas que van directo a nuestro subconsciente y afectaran –para bien y para mal- el resto de nuestra vida.
Cuando somos niños, las fuentes de sabiduría máxima, a nuestros ojos, son los adultos, en especial nuestros padres o la gente que nos cría. No tenemos, a esa tierna edad, la capacidad de analizar si esas cosas que los adultos a nuestro alrededor dicen, son reales, objetivas o si están en lo correcto. Para nosotros esas palabras son ley y las hacemos nuestras de modo casi inmediato: pasan a ser nuestras creencias.
Así es cómo damos nuestros primeros pasos en el bello arte de juzgar –a los demás y a nosotros mismos- y a decidir si algo es bueno o malo, con base en lo que nos ha pasado o hemos escuchado… o sea, creamos una impronta en nuestro cerebrito.
De modo más especifico:
Cuando era niña recuerdo haber oído comentarios por parte de mi familia sobre “las mujeres dejadas”; era algo así como: “A Susanita la dejó el marido, pero ella se lo buscó, se volvió muy fodonga”… Recuerdo a partir de ese momento haber registrado el mensaje: Mujer con ropa cómoda = futura “dejada”.
También recuerdo haber oído –y registrado el mensaje de- cosas similares con respecto al dinero, como: “A Juan de repente comenzó a irle muy bien, quién sabe en qué andará metido…”. En mi cerebro tierno el mensaje registrado fue: Dinero = Algo malo anda haciendo.
Así me ocurrió con infinidad de cosas como las mujeres que viajan sin sus maridos y lo libertinas que son, las mujeres gordas que “no pueden ser atractivas”, que mostrar lo que uno siente es para débiles, que las madres solteras son mal vistas en sociedad, que los maestros son profesionistas frustrados, que mostrar amor hacia los hijos los malcría, y un sinfín de estupideces más…
¿Se puede cambiar?
Ahora puedo enorgullecerme al decir que con mucho trabajo interno, logré sustituir esas creencias y darles un significado diferente.
Desafortunadamente la mayoría de la gente ni siquiera se percata de que esas ideas fielmente arraigadas van por la vida limitándonos, y no solo no las cambian, sino que comienzan a educar a sus hijos o dar consejos a sus amistades y hacer su vida entera con base es esas creencias limitantes.
La metáfora perfecta para ésta situación está –en mi opinión- en el circo o en el zoológico. Un día cuando tenía unos 8 años recuerdo haber pasado en el auto con mis papás al lado de una carpa de circo, donde se veía claramente un elefante con la cara más infeliz del mundo. Estaba “anclado” al piso con un grillete en una pata. Me dio la impresión que para zafarse, bastaba con que el animal tuviera la voluntad de hacerlo, porque su tamaño y fuerza, seguramente eran muy superiores que ese grillete oxidado anclado a la tierra. Parecía que pudiera romperlo con solo jalar la pata fuertemente.
Ahora entiendo que lo que detuvo a ese elefante, muy seguramente fue la impronta de alguna vez –tal vez cuando era bebé o tenía un menor tamaño- que intentó zafarse y fue castigado por ello, y decidió no volver a hacerlo para no pasar dolor de nuevo.
Creencias, creencias
Tal vez habría que cuestionarse si en verdad todos los hombres son iguales, si no se puede confiar en nadie, si todos los hombres solo piensan “en una cosa” y no pueden ser fieles; si mientras no tengas el cuerpo perfecto, no puedes aspirar a una pareja mejor; si no debes hablar con desconocidos, si tus hijos deben ser obedientes, si delgada=bonita, si la situación en verdad está bien difícil y no hay oportunidades en éste país, si las rubias altas en verdad son más bonitas, si es mejor estar en una mala relación que ser mamá soltera…
Vamos tantas veces cargando “verdades” –que ni siquiera son nuestras y ni siquiera son verdades- desde que somos niños, sin siquiera detenernos y cuestionarlas, sin analizar si esas creencias nos ayudan más de lo que nos limitan. ¿Será que decidimos vivir siendo algo así como animalitos amaestrados?… Como elefantitos de circo.
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Diana es bloguera, parte de este divino grupo de Mexibloggers. Escribe de la vida y también de belleza (que es parte de la vida) y en sus ratos libres se dedica a maquillar. O a ser mamá. O al revés.
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Esta edición #CuandoEraNiña trae de todo. Vean nomás:
Moni Moreno escribe en Glam Weddings sobre esas horas y horas que pasó jugando, ¡tan distinto a ahora!
Yo, en Colorholic, les comparto un descubrimiento súper fuerte que hice el año pasado y que tiene que ver con las caricaturas que vimos de niños, ¿ustedes ya sabían esto?
Jaz Mendoza escribe en Una Mujer como todas cómo era vivir con una tecnología casi nula… ¿tú lo recuerdas?
Lau Alvarado escribe en el blog de Miss Labelle (Diana, claro) sobre la manera en que antes eran los vestuarios, los looks esos que ahora nos hacen reír al ver las fotos.
Susy Porras de Glam Weddings hace una reflexión de cómo se vivían las familias cuando ella era niña… incluyendo esas que eran distintas. Ah, esto en My Sense of Beauty (de Lau).
Irma escribe en el blog de Mamá Ejecutiva (de Jaz) sobre eso que vio de niña que las mujeres hacían: no trabajar. ¿Qué aprendió?