De lo privado a lo público: la menstruación como asunto político

Cuando hablamos de los derechos que nos garantizan tanto la Constitución mexicana como los Tratados Internacionales de los que México forma parte (y está obligado a cumplir) pensamos en cosas generales como el Derecho de expresión o el Derecho a la educación, por eso, cuando hablamos de algo mucho más específico suele causar sospecha. Y peor si hablamos de algo que hasta hace muy poco parecía oculto y tabú: la menstruación.
En 2020 pasaron muchas cosas, no solo hubo una pandemia mundial sino que también hubo un movimiento bastante peculiar: el que buscaba visibilizar la pobreza menstrual.
Supongo –y sí, lo supongo- hay varias teorías para que el tema se levantara tanto, en especial en nuestro país. Por ejemplo, el estar encerradas y con tiempo para leer y escuchar lo que se veía en internet o la popularización de Tiktok, nos llevó a encontrar este tema en nuestros teléfonos y pláticas de Zoom. No lo sé, lo que sí sé es que en ese año se fortaleció un movimiento en nuestro país llamado Menstruación Digna México, en el que mujeres, fundaciones y asociaciones diversas se unieron para trabajar en contra de la pobreza menstrual.
Lo privado se fue volviendo público y esto tiene que ver con un tema de salud pública.
Tomemos la definición del Doctor Gustavo Malagón: “La salud pública representa la organización racional de todas las acciones y condiciones dirigidas a proteger a la colectividad de los factores y condiciones de riesgo así como a mejorar la convivencia y la calidad de vida. Que a su vez significa el conjunto de condiciones que garantizan el estado de bienestar físico psicológico y social básicos para la vida de la persona desde su concepción hasta la muerte.
Y si la mitad de la población menstrúa, ¿por qué no se toman en cuenta los factores que atraviesan a ese grupo poblacional para alcanzar su bienestar real? Porque la menstruación va mucho más allá del bienestar físico, también tiene un gran impacto en el mental y social.
No todas las mujeres vivimos nuestra menstruación igual; cada una de nosotras y nuestras circunstancias. Una mujer que sabe sobre la menstruación desde muy joven vivirá la suya de una manera a otra que no supo hasta que tuvo su menarquia (o menarca, como de le denomina al primer sangrado menstrual), su reacción quizá no sea la misma, la manera en que esté preparada y, por supuesto, el entorno en el que la gestionará.
La pobreza menstrual es un tema que tendría que ser tomado en cuenta como un factor de riesgo de salud pública. Pero vayamos por partes.
Pobreza menstrual: de lo oculto a lo público
La Cámara de Diputados de Chile la describe así: Es “la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre salud menstrual, falta de acceso al agua e infraestructura para gestión de los desechos.” Esta falta de conocimiento, de infraestructura y de dinero/productos para gestionar la menstruación tiene consecuencias que han estado socialmente normalizadas: ausentismo escolar, burlas, vergüenza, estigma y riesgos de salud en otros aspectos.
“A medida que las niñas y los niños crecen, las brechas de género se expanden y en muchos casos, se refleja en una disminución de oportunidades y opciones de desarrollo para las niñas. La menstruación se vuelve parte de este fenómeno de reducción de oportunidades, al seguir siendo un tabú, lo que reduce perspectivas de salud, bienestar y educación para millones de niñas y mujeres adolescentes en todo el mundo. De ahí la necesidad de generar recursos de aprendizaje sobre higiene menstrual.”[1]
Así que si un proceso biológico comienza a marginar a un porcentaje importante de la población, ¿no es correcto considerarlo cuando hablamos de salud pública no satisfecha?
Pero no es solo la información, según la Primera Encuesta Nacional de Gestión Menstrual realizada por Essity, UNICEF y Menstruación Digna México en 2022 la mitad de las personas encuestadas afirmaron haber dejado de adquirir productos básicos como alimentos, medicamentos o servicios para comprar toallas sanitarias.
Si ponemos atención en los datos arrojados podemos quedar sorprendidas, pero… ¿qué decir de la fecha en que se comenzó a recaudar información sobre el tema? Esta encuesta es de hace sólo un año.
Investigación y menstruación
Bien es sabido que en la comunidad científica no existen muchos puestos destacables para las mujeres. Basta con echar un vistazo a nuestros libros de historia, física, biología -o cualquier tema, en realidad-, para percatarnos que los grandes descubridores y personas sobresalientes en el campo son hombres. A excepción de Marie Curie, ¿qué otra científica conocemos? Supongo que como consecuencia de que la ciencia haya sido liderada por hombres es que la investigación también carece de perspectiva de género. Y esto nos lleva hasta nuestro tema actual: la menstruación.
Existe poca investigación sobre salud menstrual y cualquier tema relacionado a la menstruación en el mundo. Basta un ejemplo:
Durante la pandemia del COVID-19 muchas mujeres manifestaron cambios en su menstruación después de la enfermedad o de la vacunación.
En un estudio publicado en 2022 en España[2] quedó claro que la vacuna se desarrolló sin perspectiva de género, es decir, sin pensar en lo que podría ocurrir en específico a la mitad de la población.
El problema es que esa mitad de la población no es la masculina, es la femenina.
En la base de datos PubMed se hizo una revisión de 10 artículos en los que se analizaron estudios en los que se observaron los ciclos menstruales de mujeres que habían estado expuestas a la enfermedad o a la vacuna contra el virus SARS-CoV-2.
“Respecto a las alteraciones relacionadas con la COVID-19, entre un 16 y un 47,2% de las participantes presentaron una prolongación de su ciclo, siendo más frecuente en aquellas que informaron de más síntomas de COVID-19, observando una normalización tras uno a dos ciclos.
“Respecto a las alteraciones descritas tras la vacunación contra el SARS-CoV-2, el 45-78% de las participantes refirieron alteraciones del ciclo menstrual, con resultados dispares respecto a los diferentes parámetros analizados, excepto en que las alteraciones se resolvían en unos dos meses”, concluye este análisis. 78% porciento de las participantes en los estudios.
Este es solo un ejemplo del poco estudio que existe cuando se trata de menstruación y por tanto, la ignorancia que existe alrededor suya que trae como consecuencia que no esté considerada explícitamente en el Derecho Humano a la Salud.
El silencio y sus consecuencias
La menstruación no ha sido estudiada, es poco mencionada en los libros de texto escolares y bastante ignorada en los productos de la cultura pop, entonces, ¿nos sorprende que siga siento tabú? Por supuesto que no.
No importa que le suceda a la mitad de la población, no se habla porque además de ser “cosa de mujeres”, hablar de menstruación es hablar de sexualidad, y de eso menos se habla.
México es el país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes. La tasa de fecundidad es de 77 nacimientos para cada mil jóvenes entre los 15 y 19 años. El Instituto Nacional de las Mujeres estima que ocurren 340 mil nacimientos de madres adolescentes.
Si bien existen campañas para la prevención de sexo adolescente, no son suficientes ni eficaces, no llegan a los públicos objetivos ni de las maneras adecuadas. Y es que todo podría comenzar hablando y tratando a la menstruación como el tema serio que es.
La salud menstrual debería ser parte del Derecho a la Salud de manera explícita, viéndola y atendiéndola. Hablando de ella, generando acciones y políticas públicas para que deje de ser secreto y eso le corresponde al Estado. Le corresponde a los gobiernos garantizar el bienestar de su población. De sus mujeres. De sus niñas y adolescentes y personas menstruantes.
Nos corresponde a todas, todos y todes porque, al final, el que estemos perpetuando estereotipos o colaborando con la cultura del “ocultismo menstrual” nos vuelve cómplices de la pobreza menstrual. Y eso tiene que acabar.
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[1] Manual sobre salud e higiene menstrual para niñas, niños y adolescentes, UNICEF, Septiembre 2020
[2] a Clin Invest Ginecol Obstet. 2023 January-March; 50(1): 100822.
Published online 2022 Oct 31. Spanish, realizado por la UGC Ginecología y Obstetricia Hospital Universitario San Cecilio, Granada, España, el bInstituto de Investigación Biosanitaria ibs.GRANADA, Granada, España y el Departamento de Enfermería, Facultad de Ciencias de la Salud, Ceuta, España
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